Los bulbos son brotes subterráneos de cuyo interior brotan plantas tan populares como las azucenas, los tulipanes, narcisos, jacintos, iris, dalias… y un largo etcétera.

Para que estas plantas crezcan sanas y fuertes, en otoño deben plantarse los bulbos de floración primaveral (tulipanes, jacintos, narcisos), mientras que los bulbos que florecen en verano (dalia, azucena, gladiolo, etc.) los sembraremos en primavera.

Cómo Elegir el mejor ejemplar

Cuando se compra una planta, nadie puede asegurar de antemano que vaya a florecer o crecer de la manera deseada, ya que depende de factores que no siempre se pueden controlar.

Pero sí es posible, en el momento de adquirir cualquier planta, examinarla con detenimiento para saber si está en buen estado.

En el caso de los bulbos hay una serie de indicios que confirman que el ejemplar está en óptimas condiciones.

Si apreciamos que el bulbo tiene algún rastro de moho o si al tocarlo notamos una parte más blanda que otra, no conviene comprarlo.

Otra señal a tener en cuenta es el diámetro del bulbo. Cuanto mayor sea, mejor será la calidad de su floración.

Siembra y cuidados

Antes de sembrar, es indispensable realizar una preparación adecuada del suelo, ya que el drenaje del mismo es esencial en el cultivo de bulbos.

Si el suelo es muy arcilloso se puede mejorar agregando compost, turba u otra fuente de material orgánico.

También es indispensable tener en cuenta cuánta luz va a necesitar la planta elegida. Los bulbos de flor de primavera plantados con orientación sur florecerán antes que los mismos bulbos plantados con orientación norte.

En otoño (a partir de mediados del mes de octubre), se plantan los bulbos de floración primaveral (tulipanes, jacintos y narcisos), mientras que las bulbosas que florecen en verano (dalia, azucena, gladiolo, etc.) se siembran en primavera. Todos los ejemplares se deben introducir a una profundidad de dos a tres veces la longitud del bulbo.

Para realizar la siembra, se debe cavar y ablandar la tierra hasta la profundidad deseada. Después, se colocan los bulbos, se ejerce una ligera presión y se cubren con el sustrato. No deben dejarse bolsas de aire ni apelmazar el suelo.

Por regla general, se deben aportar fertilizantes tres veces durante el año. La primera dosis se extiende en primavera y la última al final del verano. Se debe evitar la fertilización una vez que los bulbos de flor de primavera hayan empezado a florecer, ya que se fortalecería el crecimiento de la raíz y se acortaría la vida de la flor.

Tras la siembra es necesario regar los bulbos para que la tierra se asiente y la planta eche raíz.

Después, hay que mantener el suelo húmedo al nivel de las raíces para obtener una buena floración.

Es mejor un riego escaso que una tierra encharcada, ya que puede provocar que la planta se pudra.

Al regar, sólo hay que mojar la tierra. Si el agua alcanza la flor, ésta se puede estropear. Por este motivo, no es recomendable regar con aspersores o difusores, hay que hacerlo con goteo o manguera, al pie de la planta.

En los centros de jardinería también podemos comprar Bulbos precultivados. Este tipo de bulbos son más caros que el resto, pero ofrecen mejores garantías de crecimiento, ya que han comenzado el proceso de desarrollo.

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