La mayoría de veces, las diferencias en decoración viene marcada por la elección y correcta combinación de los colores.
Los colores y tonos que elijamos para pintar las paredes, los muebles, sillas, sillones y sofás, el pavimento y todos los complementos marcarán un estilo deseado y concreto si sabemos elegirlos y combinarlos bien.
Hoy vamos a proponer 5 colores para usar en la decoración del hogar y que, correctamente combinados marcarán la diferencia.
MARRÓN: ambiente rústico y étnico
Dentro de la paleta cromática, el marrón se presenta como uno de los colores más fáciles de combinar, que al igual que la mayoría de los colores tiene sus diferentes tonalidades, y en consecuencia distintos efectos:
Los tonos más claros dan luminosidad y calidez, por lo que son recomendables para grandes superficies.
Su gama más oscura, que crea sensaciones de frialdad y cierta solemnidad. Esta frialdad convierte al marrón en una mala elección para estancias como dormitorios o salones.
El marrón combinado en sus diferentes tonalidades es especialmente utilizado cuando se quiere crear un ambiente rústico o étnico, de actualidad en el diseño de interiores contemporáneo.
Otra de las alternativas con las que este color ofrece unos buenos resultados radica en las diferentes opciones del terracota, que incrementa el valor rústico de los elementos de la estancia.
Además, el color marrón en su versión más clara resulta fantástico para combinar con muebles oscuros y tapicerías o elementos decorativos, que emplean diferentes gamas del marrón.
ROJO: ideal para combinar en pequeñas dosis
Existen colores que pueden resultar demasiado atrevidos a la hora de pintar las paredes de la casa, este es el caso del rojo. Realmente es un color muy poco visto y no muy utilizado.
El rojo está incluido dentro de los colores primarios considerado cálido y por lo tanto tiene la facultad de dar una sensación acogedora que empequeñece las estancias.
Esto le convierte en una elección ideal para lugares de paso como pueden ser los pasillos y los recibidores.
También da un buen resultado en pequeñas dosis, como complemento o pincelada de color en espacios en los que domina el blanco, el verde y amarillos vivos.
Las habitaciones decoradas con muebles de pino y ambientes rústicos son un perfecto acompañamiento para los tonos rojizos en sus versiones más pálidas.
Ahora está en manos de cada uno, incluir el rojo en la decoración y en las atmósferas particulares del hogar, combinándolo con la mayor cautela posible y siguiendo estas pequeñas pautas expuestas.
AMARILLO: aporta calidez, luminosidad y sencillo de combinar
El amarillo está encuadrado dentro de los colores cálidos, que en general proporcionan luminosidad a la estancia y a la vez, consiguen dar el efecto de amplitud a las habitaciones.
También, este color es considerado un tono provenzal, ya que se trata de un color primario, típico del Mediterráneo, muy recurrido para dar calidez a estancias frías.
Así que la elección del amarillo como color predominante en un habitáculo es una apuesta segura.
Aunque es recomendable tener muy claro qué gama de amarillo se va a emplear, con el fin de combinarlo correctamente con otras tonalidades.
En su versión cálida, el amarillo es muy sencillo de combinar. Esta gama resulta idónea para la recreación de ambientes relajantes y acogedores, muy apropiados para estancias como dormitorios y salones.
Algunas combinaciones que le favorecen son con el verde y el blanco, sobre todo en lugares como cocinas, ya que confieren una mayor luminosidad a éstas.
Aunque arriesgado, el verde esmeralda también puede funcionar muy bien a su lado.
Otras propuestas más discretas aparecen en la mezcla con grises suaves, castaños y verdes pálidos.
En sus tonos fríos, es decir, cuando el amarillo se acerca a los verdes, es especialmente útil para darle luminosidad a habitaciones oscuras, a la vez que dará sensación de amplitud a las mismas.
Si las piezas del mobiliario son de madera de fresno o roble, más oscuros que el pino, éstas sintonizarán con el color de las paredes, creando un conjunto en perfecta armonía.
Esta variedad de amarillo combina bien con los malvas rojizos y los grises pálidos y azulados, que junto con un toque de blanco en techos o molduras ayudará a suavizar el ambiente.
En su versión más fría, casi metálica, queda bien al lado del plástico negro y el cromo. El amarillo en tonos pálidos u oscuros, luce bien junto a tonalidades frías de azul, de gris y de blanco.
En definitiva, la utilización del amarillo en sus diferentes variedades es recomendable para los dormitorios porque crea un ambiente relajado, que facilita el descanso de sus inquilinos, además de ser un color especialmente aconsejable para dar luminosidad a las cocinas.
VERDE: gran variedad de gamas para un ambiente natural
En decoración, el color verde sobresale por su gran variedad de gamas, que van, que van desde las cálidas hasta las más frías.
En general, la sensación de frescura es lo que predomina en las diferentes tonalidades, ya que el verde es un color que se identifica con un nombre diferente asociado con el mundo natural: manzana, limón o menta, entre otros.
De todas formas, antes de elegir el tono de verde como color para pintar paredes es recomendable tener en cuenta la composición cromática de la estancia, ya que no resulta fácil de combinar.
Además también está el apartado de la influencia de los colores en el estado de ánimo de cada uno. Entonces, la fórmula consiste en seleccionar dos o tres tonos de la gama del verde para apreciar cuáles son los efectos.
A la hora de generar efectos y elegir tonos, es conveniente atender a las siguientes recomendaciones:
Decantarse por el verde botella, si lo que se desea es crear un ambiente acogedor
Cuando se trata de dar una sensación de calma que ayuda a descansar la vista, la opción se centra en los verdes más pálidos.
Para ofrecer un efecto estimulante, es recomendable decidirse por los tonos que se acercan a los turquesas, muy adecuados para habitaciones infantiles.
Si se buscan combinaciones con otros colores, se aconseja la utilización de tonos crudos y amarillos, que le otorgan una alegría y una brillantez mayor al propio verde.
En general, las dificultades para combinar este color le llevan a ocupar lugares de paso, o pequeñas pinceladas de color en estancias más grandes, evitando utilizarlo como eje cromático de una estancia.
AZUL: apuesta segura para combinar
El azul es uno de los colores primarios en pintura, y además está catalogado como color frío, puesto que carece de calidez, sobre todo en sus gamas más oscuros.
Así que, a modo de contraste, el tono azul será una buena elección para pintar habitaciones calurosas.
Una primera conclusión sobre el azul, sobre en sus tonos más claros, se centra en que su empleo es recomendable para pintar las paredes de estancias pequeñas, ya que proporciona una sensación de alejamiento, que se traduce en una mayor amplitud del espacio.
Por lo tanto, para pintar habitaciones oscuras es mejor olvidarse del azul y tender hacia tonalidades más claras, de lo contrario se dará una impresión de frialdad nada conveniente para estancias de descanso.
Una apuesta sobre seguro consiste en combinar el blanco con el azul, puesto que este último resaltará especialmente, aunque también puede dar un buen resultado al combinarlo con muebles antiguos.
Hay que destacar que las posibilidades de combinar el color azul, en función de sus diferentes tonalidades, son múltiples:
El azul en sus tonos más fuertes e intensos combina bien con el blanco, el dorado, el amarillo, el crema y tonalidades medias de verde.
Tampoco hay que descartar las propuestas con rojo y naranja intensos que ofrecen resultados sorprendentes y muy vistosos.
En general, esta gama de azules oscuros suelen emplearse, con gran acierto, en habitáculos decorados con un estilo suntuoso.
El azul profundo puede ser el fondo perfecto para colores fuertes como el rojo o blanco. Esta versión del azul es muy recomendable en pequeñas dosis.
Sin embargo, no se recomienda su uso como color dominante, puesto que genera una sensación de frialdad y oscuridad muy poco acertada.
El azul claro y pálido, combina bien con naranjas, amarillos, rojos tierra y hasta lila. Los azules grisáceos, por su parte, permiten crear una atmósfera armónica al lado de cremas, perla y rojos tierra.
Esta variedad de azul se emplea frecuentemente en pintura decorativa, porque amplían estancias pequeñas y se puede combinar con gran facilidad.
Dicha tonalidad es aconsejable para pintar estancias que no están orientadas al norte.
Los azules verdosos, como puede ser el turquesa, quedan potenciados con colores más cálidos, como son los naranjas y los castaños.
Resumiendo, el color azul es una apuesta acertada y segura, ya que proporciona una gran cantidad de combinaciones.
En sus tonos más pálidos resulta ideal para espacios dedicados al descanso, puesto que genera una sensación de sosiego y relajación, un efecto muy apaciguador.
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