Un follaje elegante, unas flores exquisitas o sublimes… no falta más que el perfume.
Las plantas que reúnen estas tres cualidades no son muy numerosas y no siempre son fáciles de cultivar, pero, sin duda, ¡merecen la pena!
Uno de los primeros consejos que podemos dar relacionado con las plantas perfumadas es el de no caer en la tentación de cultivar varias plantas perfumadas en una misma estancia.
Las fragancias no siempre combinan bien; a veces las más fuertes tapan a las más discretas; en otras ocasiones se puede crear un nuevo perfume demasiado intenso.
Podremos apreciar mejor cada una de ellas si las colocamos separadas en distintas estancias. Con excepción del pachulí, que guarda su fragancia en el seno de su follaje, las plantas perfumadas emiten pronto unos efluvios que invaden todo el espacio alrededor.
Por lo tanto, es preferible no dejarlas en un dormitorio, ni tampoco muy cerca de la mesa donde comemos habitualmente ni en la cocina.
Jazmín
El Jazmín tiene unas 200 especies, entre las que destaca el jasminum officinale, también conocido como jazmín común, blanco o morisco. Este arbusto trepador que puede alcanzar diez metros de altura está presente en numerosos jardines y balcones donde sus flores emiten un aromático y dulzón aroma en los atardeceres estivales.
Es un arbusto trepador idóneo para cubrir y decorar con sus abundantes y aromáticas flores paredes, fachadas, muros o pérgolas. Sus flores, de cáliz acampanado, son blancas, amarillas o rosadas y forman pequeños ramilletes rodeados por ramas con 5 o 9 hojas de color verde oscuro.
Los jazmines necesitan abundante luz, sobre todo si se cultivan en el interior de la vivienda. Si están en el exterior se debe evitar la exposición directa a los rayos del sol.
Por lo que respecta al suelo no son muy exigentes, basta con que la tierra esté bien hidratada y tenga el drenaje adecuado para evitar la aparición de hongos. En verano hay que regarlos cada dos días, con cuidado de no mojar las flores. Durante los meses de invierno basta con hidratarlas una vez a la semana.
Aunque soportan bien el frío, los rigores del invierno no dejan que la planta florezca. Durante los meses estivales soportan bien el calor siempre que haya humedad en el ambiente, de lo contrario las flores adquirirían un tono marrón claro.
El crecimiento de los jazmines es muy rápido, por lo que conviene podarlos con regularidad. La poda se debe realizar también tras la floración para garantizar que la del año siguiente alcance todo su esplendor.
Alhelí
El alhelí (matthiola incana) es una planta perenne que presenta un tallo que puede llegar a alcanzar los 60 centímetros de alto. Tiene una consistencia leñosa en la base y está provisto de hojas lanceoladas lineares.
Presenta una prolongada y abundante floración principalmente de color blanco, púrpura y rosa que crece en perfumados racimos sostenidos por pedúnculos y conformadas sus flores por cuatro pétalos.
La época de floración de la matthiola se da en los meses de la primavera y cuando comienza el verano.
Estas plantas son muy apreciadas para formar rocallas o grupos en el jardín, también son unas de las favoritas para tiestos y jardineras para terrazas.
Les gusta la exposición a pleno sol, no necesitan mucha agua, son sensibles al exceso de humedad y resistentes a la sequía.
El alhelí o matthiola no puede ser expuesto a zonas muy húmedas, ya que es una planta que resiste sin agua durante períodos extensos.
Hay que emplear una buena cantidad de abono para que las hojas crezcan fuertes y presenten un color verde más oscuro.
Prefiere la luz semisombra o la luz plena y unas temperaturas que rondan entre los 18 y los 21 grados. Para prolongar el período de floración habrá que cortar las flores apenas se hayan caído las corolas.
Los enemigos principales de la matthiola son los pulgones y orugas, así como enfermedades criptogámicas producidas por hongos debido al exceso de humedad.
Rosa
Las rosas son todo color, fragancia, volumen,… Puedes pensar que las rosas no pueden cultivarse en cualquier jardín o terraza, pero nada más lejos de la realidad.
Y es que la gran mayoría de las rosas modernas requieren de muy pocos cuidados y son muy resistentes a enfermedades. Como vemos las rosas son las plantas perfectas para aquellos que queráis un jardín elegante sin gastar ni demasiado tiempo ni demasiado dinero.
Los cuidados de las rosas dependen mucho de si éstas están plantadas en una terraza o si lo están en un jardín. Y es que un rosal adulto de unos 3 años tiene unas raíces profundas y poderosas que le permiten encontrar y aprovechar el agua subterránea que pueda necesitar.
En los rosales de jardín solo tenemos que preocuparnos por los ejemplares más jóvenes que aún no disponen de esas raíces profundas y que, por tanto, necesita de un riego regular, aunque nunca excesivo.
Riega directamente en su base para asegurarte que no mojas su follaje, lo que podría favorecer la aparición de enfermedades. Si quieres colocar un manto de hojas o de paja en su base le asegurarás más humedad a los rosales.
En los rosales en miniatura plantados en maceta debemos tener la misma precaución que con los rosales jóvenes cultivados en el exterior, cuidando que la tierra de la maceta siempre esté húmeda. Un turco muy simple: tierra seca es sinónimo de rosas secas.
Hablando de macetas, lo ideal es optar por una maceta de barro ya que este material permite una ventilación perfecta de las plantas. Evita sobre todo las macetas de plástico. Con este material es muy probable que las raíces terminen pudriéndose.
La eliminación de las flores marchitas cumple dos efectos: el primero de ellos es estético, y es que un rosal luce más bello sin rosas marchistas, claro. El segundo es funcional, y es que eliminando las flores marchitas estimulamos la aparición de nuevos brotes.
Hablando de eliminar, poda también los tallos que no produzcan rosas, ya que éstos lo único que consiguen es agotar al rosal. Pódalas lo más cerca posible del tronco. Además córtalos en bisel opuesto para evitar acumulación de agua.
Antes de la primera gran floración es conveniente aplicar fertilizante especial para rosas. Lo ideal es que éste lo elijas en forma de granos, para que puedas enterrarlo en la tierra y que éste se disuelva progresivamente. Los rosales son glotones, por lo que puedes aportarles ese fertilizante orgánico de una forma regular desde el inicio de la primavera hasta finales de verano.
Madreselva
La madreselva (Lonicera) es una planta trepadora de hojas perennes, opuestas y ovaladas que puede llegar a alcanzar una altura de hasta dos metros.
Sus flores son tubulosas y bilabiadas, y en función de su variedad pueden tener un color anaranjado o rosa por su cara externa y rojizo en la interna. Su fruto, con grupos de bayas en forma ovalada que una vez maduras son rojas, y su olor, son otras de sus particularidades.
La estación más propicia para la floración de los ejemplares de esta planta es desde bien entrada la primavera hasta mediados de verano, por lo que su plantación deberá de realizarse preferiblemente en los meses de otoño.
En cuanto al suelo que precisa, el arcilloso es el que más le conviene, lo que combinado con temperaturas templadas, que oscilen entre los 10º C y los 25º C, nos permitirá ofrecer a esta planta las condiciones idóneas para su crecimiento, aunque es capaz de resistir temperaturas extremas de hasta -10 º C.
Esta planta no requiere excesivos cuidados en cuanto al riego, bastará con abastecerla de agua de una manera moderada, es decir, un par de veces por semana durante todo el año, salvo en verano que necesita ser regada con mayor asiduidad por que es muy importante evitar que se seque del todo su cepellón.
La ubicación de la planta ha de ser en semisombra, evitando la incidencia directa de los rayos solares durante un tiempo prolongado para que sus hojas no se sequen ni amarilleen.
Además, si se encuentra ligeramente alejada de los rayos del sol evitaremos la aparición del mildíu, una de las plagas que más le afecta si se cultiva con mucho calor.
Su crecimiento es muy rápido, por lo que es necesario guiar sus ramas desde un principio mediante la colocación de soportes a los que puedan asirse.