La caída de pelo en perros y gatos es un problema contra el que luchamos todos los que convivimos con ellos.
Puede deberse a una gran variedad de factores e identificarlos es clave para tratar la situación adecuadamente.
La pérdida de pelo en perros puede tener un origen natural o bien patológico. Vamos a explicar los tres casos principales en los que un perro y un gato puede perder pelaje:
PERROS
Los cambios estacionales
Se trata de la conocida y “temida” muda de pelo, que tiene máxima incidencia durante la primavera y el otoño.
En estas épocas es cuando los perros renuevan su pelaje y, por lo tanto, se desprenden de buena parte de su pelo antiguo, que tienen a bien dejar en nuestros sofás, alfombras, etc.
La higiene es un aspecto esencial para la buena salud de las mascotas. En el caso de los perros, deben ser bañados con los productos adecuados.
De igual forma, es recomendable peinarlos con un cepillo especial todos los días, especialmente si es una raza con pelo largo.
Las alergias
Otro de los casos frecuentes en los que puede darse una pérdida de pelo es en aquellos perros que sufren algún tipo de alergia que les provoca una reacción cutánea.
Estas alergias pueden deberse a múltiples factores, pero en este post hablaremos, sobre todo, de las alergias alimentarias, que son las que podemos controlar/evitar mediante la elección de una dieta adecuada.
Trastornos compulsivos
Algunos perros, y algunas razas de perros concretas como por ejemplo el pastor alemán, son propensos a desarrollar lo que se llama trastornos compulsivos.
Este tipo de trastornos comportamentales serían muy similares a los conocidos TOC (trastorno obsesivo compulsivo) en humanos.
Algunos perros pueden lamerse o mordisquearse compulsivamente ciertas zonas de su cuerpo, llegando a arrancar parte del pelo y generando áreas de alopecia localizadas. En estos casos, lo adecuado es consultar con un veterinario para que paute un tratamiento.
GATOS
Los gatos también pierden pelaje y, al igual que los perros, puede deberse a diferentes causas. Vamos a considerar las 3 causas principales de la caída de pelo en los gatos y cómo actuar.
Los periodos de muda
Prácticamente todos los gatos pasan por procesos de muda naturales. Estos procesos tienen que ver con el cambio de temperaturas.
Los gatos caseros no sufren estas mudas de manera tan severa como lo hacen los gatos callejeros o los silvestres, ya que no están tan expuestos a los cambios de temperatura del ambiente.
La muda suele darse en primavera, para despojarse del exceso de pelo y mantenerse fresquitos, y en otoño, para renovar el pelaje por un manto más grueso y aislante.
Este tipo de caída de pelo en gatos es natural y, por tanto, no debe alarmarnos: el pelo que cae es pelo muerto, y se sustituye por otro manto de pelo nuevo. Simplemente consiste en una herramienta de adaptación al medio ante los cambios de estación.
Alimentación deficiente
El pelo de los animales está formado principalmente por proteínas. Si la alimentación de un gato no tiene la cantidad suficiente de este tipo de nutrientes o si las proteínas que consume son de baja calidad, su pelo se volverá frágil y sin brillo.
Por tanto, es importante proporcionar a los gatos una dieta rica en proteínas y en aminoácidos esenciales.
Además, este tipo de dietas ayudan a prevenir otros problemas graves de salud, como, por ejemplo, la diabetes.
Ante cualquier duda, el médico veterinario nos podrá orientar sobre la alimentación adecuada para nuestra mascota.
El estrés en los gatos
Una gran cantidad de casos de gatos que pierden demasiado pelo se deben al estrés. Estos animales son muy sensibles y rutinarios, cualquier cambio en su entorno puede alterarles: ruidos fuertes, la llegada de otro animal a la casa, una mudanza, obras, cambios de horarios, el nacimiento de un bebé en el seno de la familia, etc.
En el lado opuesto, la falta total de estímulos también puede provocar estrés a los gatos, ya que se aburrirán y se deprimirán.
Debemos prestar atención al comportamiento de nuestro minino para poder detectar posibles síntomas de estrés o de ansiedad y así ponerle freno a tiempo: irritabilidad, apatía, falta de apetito, apetito desmesurado, comportamientos repetitivos, etc.