El gato es un animal independiente cuya genética no está programada para obedecer órdenes. Es por eso que al leer el título de este artículo te hayas preguntado: «¿educar a un gato, es eso posible?».

Bien, es evidente que no es lo mismo entrenar a un perro, que es un animal gregario, social y jerárquico, que a un gato. Por lo tanto no vamos a esperar lo mismo de uno que del otro. Por ejemplo, a un gato no le vamos a enseñar a «darnos la patita», porque sencillamente se negará.

No obstante sí que podemos corregir ciertas conductas inadecuadas con un poco (o bastante) paciencia y técnica.

Lo primero que haremos es determinar qué es lo que provoca la mala conducta del gato para, a continuación, corregirla. Y por último también podemos implementar algunas mejoras en su entorno para hacerle más agradable y fácil el aprendizaje.

 

¿Qué provoca su mala conducta?

Determinar qué es lo que provoca la mala conducta de nuestro gato es el primer paso para poder corregirlo.

Antes que nada es recomendable asegurarnos de que tras un mal comportamiento no haya un problema de salud. Es común que los gatos se resistan a utilizar la caja de arena si tienen una infección de orina.

También se podrían mostrar agresivos si están padeciendo algún tipo de dolor derivado de alguna dolencia. Otro problema que se puede presentar es que debido a problemas visuales, el gato tenga miedo de algunos objetos o personas.

Así que, si notamos alguno de estos síntomas, será conveniente llevar a nuestro gato al veterinaria para descartar alguna dolencia.

Una vez descartado un problema de salud en nuestro gato, debemos ser observadores y tratar de verificar si alguno de los siguientes desencadenantes de mala conducta está presente en su entorno:

La llegada de un nuevo gato en casa. Este puede ser motivo más que suficiente para que nuestro gato, un animal territorial, marque su territorio con orina.

También es posible que otro gato esté abusando de él, lo que podría resultar en que se comportara con cierta agresividad o temor.

Una caja de arena sucia. Los gatos son animales a los que les gusta la limpieza. Si nota que la caja de arena está sucia, la evitará. 

La falta de postes rascadores. Esto puede propiciar que nuestro gato arañe los muebles y otros enseres de la casa.

 

Cómo corregir la mala conducta del gato

Vamos a dividir en tres partes esta sección para conseguir corregir la mala conducta de nuestro gato: utilizar la corrección a distancia, ignorar a nuestro gato cuando se comporte mal y lo que no debemos hacer.

como-entrenar-a-un-gato

Utiliza la corrección a distancia. Esta técnica consiste en crear una asociación entre una textura, olor, sabor o sonido desagradable y una mala conducta específica para impedir que tu gato vuelva a mostrarla.

Vamos a ver algunos ejemplos:

  • Textura: puedes colocar un papel adhesivo, papel aluminio o una alfombra de pasillo de plástico pesado en lugares donde no quieres que esté tu gato. Por lo general, a los gatos no les gusta caminar sobre estas texturas.
  • Olor: puedes emplear olores que suelen desagradar a los gatos en áreas a las que no quieres que entre. Por ejemplo, coloca una tela empapada con citronela, perfume, ambientador en aerosol o aceite de eucalipto sobre objetos o superficies.
  • Sabor: puedes frotar ciertos alimentos en superficies que a tu gato le guste mascar o arañar, como limón, salsas picantes, pimienta roja o aloe en gel. Con el tiempo, tu gato asociará el mal sabor con el objeto o superficie y no se acercará.
  • Sonido: utilizar sonidos que asustan a tu gato pueden evitar que se comporte mal o se suba a alguna superficie. Podrías hacer sonar un silbato, tocar una campana o agitar una lata con monedas dentro. Intenta utilizar el sonido en lugar de tu voz para asustarlo en el momento que vaya a hacer algo que consideras una mala conducta y finalmente asociará la conducta con un sonido negativo.

Ignora a tu gato cuando se comporte mal. Si notas que tu gato empieza a actuar de forma violenta o agresiva, puedes intentar corregir su conducta negándole tu atención.

  • Para hacerlo, ve a otra habitación y cierra la puerta. Espera hasta que se calme antes de tocarlo o llamarlo. Esto le enseñará que su mala conducta te afecta y evitará que vuelva a comportarse mal nuevamente.

Lo que no funciona. Aplicar castigos físicos o verbales a nuestro gato cuando se comporta mal, no es nada efectivo, al contrario, suele empeorar las cosas.

Este tipo de acciones (gritarle o golpearle) es una solución a corto plazo del problema y no evitaremos que vuelva a comportarse mal en el futuro. Gritar o golpear a nuestro gato, generará un ambiente de estrés tanto para nosotros como para nuestro gato.

Ante conductas que nos pueden hacer enfadar (como cuando se orina o araña un mueble), es necesario respirar hondo, tener paciencia y utilizar las técnicas de corrección mencionadas anteriormente.

 

Mejora el entorno de tu gato

La caja de arena bien limpia. A fin de que tu gato no evita la caja de arena, es importante mantenerla bien limpia. Para ello debemos cambiar la arena a diario y limpiar la caja al menos una vez a la semana.

caja-de-arena-gatos

Una caja de arena por cada gato. Si tenemos más de un gato en casa, cada uno debe tener su propia caja de arena. Las cajas deben estar a suficiente distancia para que cada gato tenga espacio y privacidad suficiente.

El lugar adecuado para situar la caja de arena es un lugar tranquilo y donde el gato tenga espacio suficiente para mirar a su alrededor y ver si alguien se acerca por detrás. De lo contrario se sentirá incómodo.

Colocar postes rascadores. Muy útiles para evitar que nuestro gato arañe los muebles u otros objetos de la casa. Los colocaremos especialmente en los lugares favoritos de nuestros gatos.

 

En definitiva, hemos visto que a pesar de la merecida fama que tienen nuestros gatos de ser animales «indomables», sí que tienen capacidad de aprender y de corregir algunos malos hábitos o conducta.

Saber qué causa dichas conductas y poner en práctica algunas de las técnicas que hemos mencionado será de gran ayuda, a la vez que evitamos el uso del castigo físico o verbal que, como hemos considerado, no tiene ningún buen efecto en el aprendizaje de nuestro gato.

Y, por supuesto, paciencia, mucha paciencia.