El calor despierta a los parásitos que atacan a perros y gatos. Entre ellos, están las garrapatas y las pulgas. Y también aumenta el número de mosquitos, como el peligroso flebotomo que transmite la leishmaniasis.

Pero ¿cómo evitar picaduras y huéspedes no bienvenidos en el cuerpo de su can o felino? Como se explica a continuación, usar repelentes es importante, pero también hay que echar mano de otras protecciones, como emplear redes mosquiteras y dejar que el animal duerma dentro de casa.

El calor de la primavera -y después, del verano- implica algunos peligros para perros y gatos. Cuando llega el calor es importante que nuestras mascotas dispongan siempre de agua fresca abundante para hidratarse; pero también es esencial proteger a los animales de los parásitos externos, ya que pueden llegar a ser muy peligrosos.

Este aumento de la temperatura despierta a parásitos como las garrapatas y las pulgas, pero también crece el número de mosquitos muy peligrosos para canes y también para felinos, como el transmisor de la leishmaniasis: un flebotomo.

El mejor remedio contra ellos, recuerdan los expertos, es usar repelentes como las populares pipetas o los collares antiparasitarios.

Un consejo que no debe olvidar: pipetas y collares deber ser adecuados a la especie (no es lo mismo si se trata de un perro que de un gato), al peso y edad de su amigo de cuatro patas. Por ello, lo mejor es pedir consejo a su veterinario que explicará la mejor solución para cada caso en concreto.


¿Cuáles son los mosquitos más peligrosos en verano?

El mosquito más peligroso para el can o el felino en primavera y verano es el flebotomo, que transmite la leishmaniasis. Y la mejor forma de evitarlo es con pipetas o collares antiparasitarios específicos contra la leishmaniasis. El riesgo no es ninguna broma: un animal desprotegido puede sufrir hasta 700 picaduras en una noche.

Además, existen vacunas contra la leishmaniasis. Y tampoco está de más la utilización de barreras físicas, como mosquiteras, y que la mascota esté dentro de casa al anochecer, ya que cuando cae el sol los mosquitos son más activos.

Tampoco hay que descuidar los parásitos intestinales, cuyos huevos son microscópicos y por tanto pasan totalmente desaparecibidos.

La gente se confía y cree que porque no haya gusanos adultos en las heces, la mascota no tiene parásitos, y eso no siempre es cierto. Un animal adulto puede soportar una elevada carga parasitaria y no tener ningún síntoma, o este ser leve y pasar desapercibido a ojos del dueño.


¿Cómo reconocer si su perro o gato ha sido atacado por un parásito?

Los signos de una picadura o infección por parásitos dependen de si se trata de gusanos intestinales -en este caso, los vómitos y diarreas son frecuentes- o de la picadura de una garrapata.

En general, hay varios síntomas que nos pueden poner en alerta, entre ellos, la falta de alegría o apatía, falta de apetito, un pelo pobre y sucio que se cae más de lo normal y, en ocasiones, diarreas. Estas señales de alarma, además, pueden no ser muy claras al principio. Por eso, ante la menor duda lo mejor es consultar con el veterinario.

Otras veces, no hay nada raro en el can o felino, ya que hay enfermedades que avanzan de forma silenciosa. Ocurre si la garrapata ha transmitido alguna dolencia al animal, que progresará con más lentitud. Esto explica por qué los veterinarios insisten tanto en la necesidad de la revisión médica anual para su mejor amigo peludo: la prevención es la mejor protección.