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¿Te gustaría que tus plantas durasen mucho más tiempo y que su aspecto fuera el de unas plantas sanas y bien desarrolladas? ¿Por qué parece que algunas personas tienen tanta facilidad para que su jardín o terraza contenga un buen número de ejemplares rebosantes de vida y en perfecto estado?

Evidentemente el amor y la dedicación a tus plantas se verán recompensados con su adecuado desarrollo, sin embargo el auténtico secreto de éxito radica en conocer y aplicar correctamente las 3 claves del cuidado de las plantas, a saber: la luz, la temperatura y el riego.

Comenzaremos con la primera: la luz.

La luz

La luz solar es uno de los factores clave en el normal desarrollo de las plantas. La luz solar es imprescindible para que se lleve a cabo el proceso de la fotosíntesis, vital para la vida de cualquier planta.

Sin embargo, no todas las plantas necesitan la misma cantidad de luz diaria. Dependiendo de la especie podemos encontrar plantas que requieran luz solar directa y abundante para su normal desarrollo, mientras que otras necesiten una ubicación de semi sombra o sombría para vivir.

Incluso las plantas llamadas «de interior» tienen necesidad de unas horas de luz solar diarias. Estas plantas, que en su hábitat natural se encuentran ubicadas en plena naturaleza, suelen desarrollarse en zonas más húmedas, donde las temperaturas no son extremas y la luz solar, aunque presente, no incide en exceso.

Es por eso que la mayoría de las plantas que ubicamos en el interior de nuestros hogares deben estar en un lugar donde les llegue la luz solar al menos unas cuantas horas al día. Dependiendo del ejemplar necesitará más o menos exposición solar.

Si hablamos de las plantas «de exterior», nos encontramos con especies que se sienten a gusto en un ambiente muy soleado; es el caso de plantas como la lavanda, el tomillo, el romero, las margaritas, las petunias, los tagetes, los rosales, los árboles frutales, etc…

Otras son más sensibles a la luz solar directa y, aunque necesitadas de la luz solar, deben colocarse en lugares donde esta no incida tan directamente. Es el caso de las begonias, las alegrías, los helechos, las azaleas, las hortensias, las camelias, las gardenias, etc…

La temperatura

Hoy en día tenemos fácilmente a nuestra disposición infinidad de plantas de diversos tipos y procedencias. En cualquier centro de jardinería e incluso por Internet podemos conseguir ejemplares de casi cualquier variedad de planta.

Esto que en principio es una ventaja, puede suponer un verdadero problema si las plantas que escogemos no son adecuadas para el entorno donde las vamos a ubicar. Al igual que el resto de seres vivos, las plantas tienen una gran capacidad de adaptación al medio y pueden desarrollarse con normalidad en entornos que no sean 100% óptimos. Existen unas tolerancias que debemos conocer y respetar si queremos que nuestras plantas crezcan sanas.

La temperatura es uno de los factores en los que las plantas son más sensibles. Especialmente nocivas para un buen número de plantas son las bajas temperaturas y, sobretodo, las heladas. Incluso plantas que son capaces de aguantar temperaturas extremadamente altas y sin recibir agua durante meses, como es el caso de los cactus, son muy sensibles a las heladas.

Por otro lado, encontramos plantas con flores preciosas, como es el caso del cyclamen, el pensamiento y el matrimonio, que su floración y vida es precisamente durante los fríos meses de invierno. No obstante estas son excepciones, no la norma.

Lo ideal es planificar nuestras adquisiciones de plantas y no dejarnos llevar tan solo por el gusto personal hacia una planta que nos resulte muy atractiva. Antes de comprar podríamos hacer una lista de verificación, para asegurarnos de que nuestras plantas estarán ubicadas en el lugar más adecuado posible.

  • ¿Es para interior o para exterior? ¿Es posible ubicarla en ambos sitios?
  • ¿A qué clima vamos a someter a las plantas? ¿Suave y templado ó frío y extremo?
  • El lugar donde queremos ubicarla ¿estará expuesta al viento o a corrientes de aire?
  • Si queremos una planta para exterior, ¿recibirá suficiente luz solar? ¿Estará expuesta a la calefacción o al aire acondicionado?

Evidentemente si queremos disfrutar de un jardín o terraza poblado de amplia variedad de especies, no podemos optar solamente por aquellas que sean muy resistentes al frío o al calor -en caso de vivir en zonas con clima continental-. Para ello podemos tomar algunas medidas que serán de ayuda.

En invierno y ante peligro de que hiele, es recomendable utilizar lonas de protección. Hay quien utiliza plásticos para ello, si bien es mejor las lonas que se utilizan específicamente para estos casos pues permiten la normal transpiración de las plantas.

Otra opción a menudo utilizada es trasladar al interior aquellas plantas más sensibles a las temperaturas extremas durante los meses de más calor o frío. En estos casos es importante recordar que tan letal para tus plantas será el extremo frío o calor el exterior, como los cambios bruscos de temperatura que se pueden dar en el interior. Evitar chorros de aire caliente o frío directo y tratar de mantener una temperatura lo más uniforme posible.

El riego

El agua, al igual que la luz solar, es vitalmente necesaria para las plantas. Al igual que sucede con la exposición a la luz, las plantas, dependiendo de la especie, tienen unas necesidades diferentes de riego. No todas las plantas asimilan de igual forma el agua que reciben. Algunas especies son muy sensibles a recibir agua en exceso y enferman gravemente cuando nos excedemos en el riego. Esto en realidad pasa con todas las plantas, pero con algunas especies hemos de ser muy cuidadosos al respecto.

Son muchas las veces que alguien pregunta a un jardinero porqué la planta, recibiendo los cuidados adecuados, se le han puesto las hojas amarillas y está decaída. En la mayoría de los casos el problema es claro: exceso de riego. Con frecuencia pensamos que es mejor pasarse de riego que regar poco, y es justamente lo contrario lo que debemos hacer.

Entre las plantas más sensibles a enfermar por exceso de riego se encuentran las crasas y los cactus. De hecho, estas plantas deben ser regadas 1 vez al mes -como máximo- en invierno y cada 15 días en los meses de más calor.

También las plantas que están ubicadas en zonas húmedas o donde llegan poco los rayos del sol, también son candidatas habituales a enfermar por hongos, debido al exceso de riego.

¿Cómo saber cada cuanto hay que regar una planta? No hay una respuesta exacta para cada caso. Sí que podemos dar una periodicidad aproximada, pero hay factores que marcan mucho la frecuencia de riego: clima, exposición, época del año, etc…

Una manera fácil de asegurarnos si es momento o no de regar, es hundir el dedo unos 3 ó 4 centímetros en la tierra de la maceta o jardinera y si a esta profundidad notamos que la tierra está húmeda es una señal de que no debemos regar todavía.

A fin de evitar un exceso de humedad que haga que las raíces de las plantas se pudran sin remedio, es necesario que nos aseguremos de drenar bien la planta. Esto lo podemos lograr asegurándonos de que la maceta o jardinera tenga un orificio en la base para que el agua no se quede estancada en la maceta. También se recomienda rellenar la maceta primero con una base de gravilla y encima añadir la tierra.

Por otro lado hay plantas que requieren ser regadas con más frecuencia, algunas incluso a diario en los meses más calurosos. Es el caso de los helechos, los hibiscus, Iris sibirica, las Calas, la hortensia, etc... En estos casos concretos habrá que ser generosos con la frecuencia de riego y cantidad de agua que les aportamos.

Otro factor que determinará la frecuencia de riego es, en el caso de cultivo en maceta o jardinera, si esta es de barro o bien de materiales sintéticos como, por ejemplo, el plástico o la resina. Estos últimos son materiales no porosos que retienen mucho más la humedad, por lo que el sustrato tardará más tiempo en secarse y la frecuencia de riego será menor.

Habiendo visto estos consejos básicos sobre el cuidado de las plantas, podemos afirmar que la clave del éxito para disfrutar de un jardín o terraza lleno de sanas y hermosas plantas, la encontramos en conocer bien las características de cada una de ellas y aplicar un plan personalizado que incluya una luz, temperatura y riego adecuados a cada caso en particular.

Si eres amante de las plantas y quieres darles el mejor de los cuidados, seguir estos consejos será un buen comienzo. La práctica -y los errores cometidos por el camino- harán el resto. Te sugiero comprar tus plantas en un proveedor de confianza que te garantice la calidad de todos los ejemplares que adquieras desde el principio.

En los centros de jardinería como Catalunya Plants disponemos de profesionales muy cualificados que, al igual que tú y yo, aman las plantas y podrán darte los mejores consejos. No dudes en venir y preguntarnos; estamos siempre a tu disposición para ayudarte y resolver todas las dudas relacionadas con el cuidado de las plantas.

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