El muérdago (Viscum album en botánica) es conocido por sus famosas ramas de bolas blancas que se usan para decorar los ramitos de la suerte que se obsequian habitualmente en navidad.

Los celtas y, más tarde, los galos ya le atribuían propiedades mágicas relacionadas con la fertilidad y el amor. Hasta nuestros días se ha conservado la famosa tradición del beso cuando pasamos por debajo de una de sus ramas.

Una de las facetas más desconocidas de esta planta es el crecimiento de la misma en la naturaleza.

El muérdago es una planta semi-parásita que crece en las ramas de diversos árboles de hoja caduca. Manzanos, álamos, almendros y robles son sus principales huéspedes.

Tordos y mirlos son los encargados de transportar adheridas a sus plumas las pegajosas semillas de un árbol a otro.

Una vez germina la semilla, sus raíces absorben la savia del árbol huésped. El muérdago también realiza la fotosíntesis en sus hojas, y es por ello que se denomina semi-parásito.

Las bayas, de color blanco traslúcido, aparecen a finales de otoño. Éstas no son comestibles, pero en dosis pequeñas tienen usos medicinales: son diuréticas e hipotensoras.